El psicoanalista Carl Gustav Jung habla del “yo sombra” como de esos aspectos de nosotros mismos que dividimos, negamos, rechazamos, reprimimos… No obstante, es al enfrentarnos a nuestro “yo sombra” cuando realmente podemos descubrir el verdadero poder personal, y construir un sentido de autoridad interior. De hecho, desafiar al miedo es una de las cosas más poderosas a las que podemos dedicarnos.
Se necesita mucha madurez emocional para que alguien realmente reflexione sobre sí mismo, abrace su “yo sombra” y no se deje conquistar por él, sino que llegue a relacionarse con todos los aspectos de sí mismo que ha ido separando. Sin embargo, muchas personas raramente harán tal cosa. En cambio, cada vez que sientan miedo (al abandono o al rechazo, por ejemplo) culparán a quien desencadenó ese sentimiento o a cualquier otra persona.
Pero enfrentarte a tus propios miedos es realmente empoderador.
Ahora bien, a mucha gente le intimida enfrentarse a su “yo sombra” debido a toda la angustia que genera. El ego teme la aniquilación, y para las personas muy comprometidas con sus fantasías (como el narcisista, con la idea grandiosa de que es una persona increíble) enfrentarse a ese desafío lo sentirá como una especie de muerte, lo que puede resultar muy desagradable; y al no querer desafiar su “yo sombra”, seguirá proyectándose en el resto de personas y nunca tendrá relaciones auténticas ni satisfactorias.
Para alguien con un miedo atroz al abandono o al rechazo, abrazar su “yo sombra” puede desencadenar en él un sentimiento de profundo dolor y angustia, y tal vez el terror de quedarse solo, como cuando era niño.
En la niñez, la idea de quedarse solo resulta aterradora y horripilante. Esos sentimientos todavía están ahí, por lo cual cada vez que alguien siente que lo están abandonando, vuelven a surgir tales sentimientos. Por tanto, enfrentarse al “yo sombra” es uno de los grandes retos, porque la mayoría de las personas procura evitar esos sentimientos; de hecho, muchas son altamente impulsivas o sufren de alguna adicción o abuso de sustancias, a los que han llegado justamente para evitar ese dolor.
Se necesita una buena dosis de coraje y de valentía para enfrentarse a los propios miedos. Pero cuando decidimos seguir el camino de integrar nuestros miedos podemos transformarnos y salir aún más fuertes, casi como unas nuevas personas.
Vero Petreanu
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